Seleccionar página

Sonia Ruiz

Capitana de la Selección Española de Baloncesto en Silla de Ruedas.



En 1999 tuve un accidente de tráfico que marcaría mi vida para siempre. La secuela fue que nunca volvería a caminar, pero aprendería a vivir y comprender el mundo desde otro punto de vista.

La discapacidad me ha dado más de lo que me ha quitado. Me quitó la capacidad de andar, pero me abrió los ojos y me hizo entender que la vida y la felicidad no eran lo que yo pensaba, la felicidad no es un estado, son momentos y la vida es la suma de muchos momentos y somos nosotros quien decidimos como entender esos momentos.

He de decir que aprender por una experiencia traumática no es la mejor manera pero si la más veloz. Por desgracia el ser humano necesita verse contra las cuerdas para reaccionar, mientras crees que tu vida es normal, solo te dejas llevar por el día a día sin pararte a pensar que es lo que realmente te hace estar vivo.

Cuando quieres algo debes ir a por ello con toda tu pasión. Sacrificarte, sin saber si vas a recibir algo a cambio.

Pues bien, yo tuve “la suerte” de pasar por ese proceso traumático y de tener que pelear por mi sitio en la sociedad y sobre todo en mi vida ahora 23 años después me siento afortunada y hago culpable al deporte de salvarme la vida.

Conocí el BSR (baloncesto en silla de ruedas) estando ingresada en el hospital nacional de parapléjicos de Toledo y fue amor a primera vista, pero amor de los de verdad de los que son recíprocos, él nunca me dejaría, solo algo ajeno a nosotros podría separarnos, el tiempo, las lesiones. Ese amor me hizo construir mi VIDA.

Comenzó de una manera diferente el principio no fue tan bonito como suele ser en las relaciones al uso. Trabajé e insistí mucho en hacerme valer, era un deporte de hombres y éramos muy poquitas mujeres practicándolo, entonces ganarte un hueco no era nada fácil, debías rozar la excelencia para que creyesen en ti y te diesen una oportunidad. Pero tenía claro que era lo que quería hacer con mi vida y era continuar con mi sueño desde pequeña, jugar unos juegos olímpicos, y cierto es que finalmente serían paralímpicos.

Con pasión y trabajo conseguí hacerme un hueco dentro de mi primer equipo y tras la primera temporada jugando muy pocos minutos, pero aprovechando cada uno de ellos como si fuese el único, recibí dos llamadas que cambiarían de nuevo mi vida.

La primera de la selección española femenina, me convocaban para representar a España, la selección española siempre ha sacado mi parte irracional, he creído tanto en lo que hacía sin ser del todo realista que la presión por expectativas ha podido conmigo más de una vez.

La segunda llamada era del entrenador del mejor equipo que existía en España en ese momento el ONCE Andalucía. Así es que la próxima temporada sería jugadora de uno de los mejores y más laureados clubes del mundo. Ellos creyeron en mí y me hicieron olvidar que era una chica queriendo destacar en un “mundo de hombres”.

Esa fue la clave = olvidarme de si el mundo era justo o no por mi condición sexual. Me puse el traje de faena y comencé a trabajar sintiendo que era UNA más.

Esta oportunidad me hizo convertirme en la primera mujer en ganar una liga y una copa del rey y no fui un mero espectador, sino que fui actriz de reparto con mucho guion, dos canastas mías nos harían ganar la liga la primera para ir a la prórroga y la segunda para ganar el partido…todavía me pongo nerviosa al recordarlo.

A lo largo de todos estos años y diferentes clubes siempre había algo que me hacía sentir en casa, y que me recordaba la realidad del mundo, todo el esfuerzo que cada una de las pocas jugadoras hacíamos en nuestros equipos, no era suficiente, nos tocaría luchar más para conseguirlo. Nos tocaba ser una familia y trabajar juntas para conseguir NUESTRO SUEÑO. Cuando quieres algo debes ir a por ello con toda tu pasión y con todo lo que tengas dentro y fuera de ti. Sacrificarte, sin saber si vas a recibir algo a cambio.Dinero, tiempo, asociaciones para impulsar el deporte femenino con discapacidad, más dinero, lágrimas muchas de ellas de todos los tipos, alegría, tristeza, decepción, más dinero y más tiempo, hermanas que no aguantaron todo el camino, pero siempre el mismo objetivo, lograr la clasificación para unos juegos paralímpicos.

18 años después lo conseguíamos!!

Recuerdo ese momento, el de la clasificación, perfectamente, era feliz, muy feliz, pero me sentía vacía, algo con lo que llevaba soñando toda mi vida ya era real, … ¿sentía apego hacia ese sueño? Si. Mis sentimientos irracionales que siempre se hacían latentes en el modo Selección. Sacudí mi cabeza y por primera vez fui racional en esa parte de mi relación y la disfrute, vaya si lo hice.

Estábamos clasificadas para los Juegos paralímpicos de Tokio 2020, los juegos más atípicos de la historia reciente, los juegos de la Pandemia. A escasos meses de que comenzasen, la Covid 19 los postpuso…y volví a ser irracional, y por un momento me olvidé de cuanto estábamos sufriendo con la maldita pandemia y solo pensaba en que …y si no llegaba a disputar nunca unos juegos… por suerte siempre he tenido a mi familia que me hacía tener las ruedas en el suelo.

Un año después disputaríamos los juegos “más feos de la historia” sin público, sin contacto, sin familia. Pero NUESTROS JUEGOS.

Pasaban las temporadas (para un deportista la vida no se mide en años, se mide en temporadas) y seguía cosechando éxitos deportivos y cumpliendo sueños, ser nombrada en el quinteto ideal del mundo, jugar por primera vez una liga femenina en el extranjero, cogí mi How are you con acento murciano y me fui a Australia. Todo era idílico y fácil, ya llevaba años en mi zona de confort. Hasta que un día la noticia de que iba a ser TITA me hizo plantearme cual sería mi siguiente movimiento, pronto lo tuve claro, volver a casa y devolver al deporte y a la discapacidad todo lo que me había dado.

¿¿Pero cómo iba a crear un club?? ¿Por dónde empezaría? No fui muy innovadora la verdad, cogí de cada equipo lo que más me había gustado y cree el mío para continuar la historia con él.

Al proyecto deportivo se le han ido sumando trenes que no podía dejar pasar, la sociedad con Servigest y replicar su modelo de empresa en la Región de Murcia, dando trabajo a decenas de personas con discapacidad, muchos de ellos desahuciados laboralmente, mi incursión en política y trabajar por una sociedad más justa y más humana.

Crear una nueva familia deportiva… y ahora ser seleccionadora sub-24 femenina.

Y mira que, si mi propósito era devolver a la vida todo lo que había dado, ya me sentía plena… pero cuando trabajas y más si es con pasión la vida te sigue regalando cosas bonitas, momentos, muchos momentos que debes saber interpretar de la manera correcta.

No, el mundo no está en contra de nadie, ni el universo, tú y solo tú decides como interpretarlo todo y como dejaras que te afecte.

Solo nosotros mismo somos capaces de construir nuestra vida.

¡Haced lo posible por que sea la historia más bonita jamás contada!

La mía hasta tiene sillas de ruedas…