En la mayoría de las ocasiones los viajes de cierta envergadura se planifican con alguna antelación en función del recorrido, del medio de transporte, de la duración del mismo, etc., pero el viaje que voy a intentar relatar a continuación, arrancó de forma totalmente inconsciente, y por tanto, sin tener cuenta ninguno de los factores antes mencionados.
Durante mis años jóvenes, y también menos jóvenes porque a mis sesenta y tantos sigo teniendo el espíritu joven, el deporte siempre estuvo presente en mi vida, porque los niños nacidos en los años cincuenta, en Sabadell, donde mi madre Merçeme trajo al mundo, pero también en la mayoría de pueblos y ciudades de nuestro país, teníamos como lugar de esparcimiento, las calles, las plazas, los terrenos sin construcciones ni infraestructuras que rodeaban nuestros domicilios y se convertían en espacios “polideportivos” ya que tan pronto era un campo de fútbol, una pista de atletismo o una de tenis, por supuesto sin red, y con unas rayas pintadas con tiza y copiadas de algún periódico, normalmente deportivo, que tenía a bien dedicarle un espacio a un deporte al que, en aquella época, solo tenían acceso unos pocos.
Con este escenario las oportunidades de ocio se limitaban a los pocos juguetes de los que disponíamos y a los espacios “multiusos” a los que hacía antes mención y, en consecuencia, yo también fui probando lasdiferentes oportunidades que se me presentaban: fútbol, baloncesto, balonmano, atletismo, natación,y algún otro más, todo ello con las carencias propias de la época.
También en mi etapa de bachillerato y gracias a un programa de deporte muy avanzado a principios de los años setenta, (mi ciudad recibió el “título” de Ciudad Piloto del Deporte Español), fui monitor escolar, también entrenador y árbitro de baloncesto en mi ciudad natal y posteriormente, tuve una experiencia inolvidable en una escuela, el Centro de Reeducación Auditiva de Sabadell (CRAS), en el que mi hermana Carmina era maestra donde puse en marcha dos equipos, uno de fútbol de chicos y otro de baloncesto de chicas, además de implantar dos horas semanales de actividad física, educación física se decía entonces.
En el año 1977, concretamente el día 3 de enero, si inicia mi trayectoria profesional ya que empiezo a trabajar en el Centro de Rehabilitación Social para Ciegos Adultos. En sus instalaciones, personas ciegas y con deficienciavisual, recibían los apoyos necesarios, se les dotaba de las técnicas adecuadas y se les facilitaba el acceso a las herramientas precisas para “rehabilitarse”, para reorientar su vida ya que, en la mayoría de los casos, su disCAPACIDAD era sobrevenida.
Fueron las primeras ocasiones en las que, sin ser del todo consciente, empecé a descubrir valores que, hasta entonces, habían pasado más o menos desapercibidos por mi vida. La fuerza de voluntad, el duro trabajo diario, la no resignación, la capacidad de vencer todos los miedos que genera tener que afrontar tu futuro desde una situación totalmente distinta a la que tenías antes, cobraban carta de naturalezacada día y la satisfacción de compartir con todas aquellas personas el cambio que, según iba avanzando su estancia iban experimentando sus vidas, sigue siendo un recuerdo indeleble.
Quiero recordar una anécdota de esta época ya que, durante cierto tiempo, pude compatibilizar mi trabajo profesional con mi “vocación deportiva” con niños y niñas con deficiencias auditivas. Cuando compartía con unos y otros esta doble responsabilidad, los primeros, los ciegos, me decían algo así como “ay, pobres niños, no séqué haría yo si no pudiera oír”, mientras que los segundos decían justo lo contrario.
Dando un salto notable en el tiempo, otro momento importante en mi vida, sin ser consciente de ello, fue en octubre de 1986 cuando Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional anunciaba que “la Villede Barcelona”, era la ciudad elegida para organizar los Juegos Olímpicos del año 1992. En ese momento, en el que ya tenía más de treinta años, mi gran empeño era ser voluntario en los citados Juegos.
Mientras seguía con atención toda la información relacionada con los Juegos de Barcelona 92, se produjo otra circunstancia que dio un giro radical a mi vida. Después de estar once años trabajando en el Centro de Rehabilitación Social para Ciegos Adultos que la ONCE tenía en mi ciudad natal, Sabadell, tuve el privilegio de ser uno de los afortunados llamados para poner en marcha el proyecto solidario que la ONCEhabía creado en febrero de 1988; me estoy refiriendo a la Fundación ONCEpara la Cooperación e Integración Social de Personas con Minusvalías. Hace años, los términos integración y minusvalías, se sustituyeron por los de inclusión y disCAPACIDAD respectivamente. ¡¡¡A ver si nuestros políticos se ponen rápidamente de acuerdo y proceden a la modificación del artículo 49 de la Constitución Española!!!
Así, en verano del citado año, 1988, inicié un viaje que tenía mucho de reto profesional y, secundariamente, también era un reto logístico y de adaptación como era salir de mi zona de confort, Sabadell, y trasladarme a Madrid, pero en nada, o en muy poco, podía anticiparhasta dondey por donde transitarían etapas futuras.
La primera de ellas se produce, a finales de 1990 cuando mis superiores me encargan, conocedores de mi vinculación con la actividad deportiva, coordinar la participación española en los Juegos Paralímpicos de Barcelona 92. Creo que es oportuno recordar dos cosas: 1) no existía por aquel entonces el Comité Paralímpico Español así que cada una de las tres Federaciones Españolas (Ciegos, Físicos y Paralíticos Cerebrales) estaba preparando la “gran cita”, con sus deportistas y 2) la ONCE y su Fundación hicieron una gran apuesta, económica y social, por los Juegos Paralímpicos.La económica se materializó en la aportación de algo más de un tercio del presupuesto de los Juegos que fue de 9.500 millones de pesetas. La social, por resumirla, perseguía poner de manifiesto las CAPACIDADES de las personas con disCAPACIDAD en general y de los deportistas en particular, y lanzar el mensaje de que no existen “barreras” que no se puedan superar, cuando se cuenta con los apoyos necesarios.
La mejor síntesis que puedo hacer los Juegos Paralímpicos de Barcelona, los que,con el tiempo, serían mis primerosJuegos, tendría cuatro grandes momentos:
- Cuando se me encargó la responsabilidad de ser el “Chef de Mission”, el responsable del equipo español.
- Cuando corrí, junto a mi hija, un relevo de la Antorcha Paralímpica en la Rambla de Sabadell.
- Dando la vuelta al Estadio de Montjuïc junto a deportistas, técnicos y staff, el día 3 de septiembre, día en el que se celebró la Ceremonia de Inauguración.Yo estaba allí y eso que, en octubre de 1986, mi sueño era ser voluntario de los Juegos de Barcelona.
- La estancia en la Villa Paralímpica donde más allá de intentar dar respuesta a las múltiples necesidades que surgían a diario, tuve el privilegio de compartir con más de 3.000 deportistas de 82 países, instantes, situaciones, muchas alegrías, también alguna tristeza… la vida en mayúsculas, LA VIDA!!!
Cuando se apagó el pebetero pensé, que la extinción del fuego paralímpico y el fin de mi viaje iban de la mano, pero me equivoqué porque, junto a otras personas, recibimos el encargo dehacer los planteamientos necesarios que acabasen con la creación del Comité Paralímpico Español(CPE), hecho que se produjo el día 6 de septiembre de 1995.
Tampoco acabo aquí el viaje que estoy relatando ya que el CPE decidió presentar, en 1997, mi candidatura al puesto de Secretario General del Comité Paralímpico Internacional (IPC), cargo para el que fui elegido a finales del citado año en Sidney (Australia). Imposible resumir lo vivido durante los 20 años de pertenencia al Comité Ejecutivo del Comité Paralímpico Internacional, así que lo voy a resumir con un profundo y sincero agradecimiento al conjunto del movimiento paralímpico internacional, especialmente a sus deportistas, muchas gracias.
Y el viaje continúa porque sigo dedicándole parte de mi tiempo, -otra parte importante es para mis tres nietos, Miguel, Gonzalo y Sol-, al deporte que practican las personas con disCAPACIDAD, tanto desde el Comité Paralímpico Español, como desde SpecialOlympics España, entidad con la que colaboró desde 2015.
Debo confesar que soy un afortunado, y debo agradecer a todos los que han confiado en miporque, entre otras cosas, me han permitido viajar por un mundo que he ido conociendo poco a poco, un mundo por el que, honestamente, creo que me he esforzado, pero que también me ha cuidado mucho, un mundo que a pesar de haber cambiado para bien, y mucho, sigue teniendo retos pendientes y reivindicaciones sobre la mesa, un mundo por el que hay que seguir luchando, un mundo maravilloso, formado por personas extraordinarias que tienen como denominador común poner en valor sus CAPACIDADES, el mundo que forman las personas con disCAPACIDAD y sus familias.
Termino con otra confesiónen el contexto antes descrito. En ocasionesme considero una persona“egoísta” porque, con independencia de lo que mucho o poco, seguramente lo segundo, que haya podido aportar al mismo, siempre he recibido más, mucho más de vuelta de ese mundo en general y de nuestros deportistas en particular. Sonrisas, miradas, gestos, abrazos, conversaciones, momentos, …. todo ello llevado al infinito y más allá, entenderán lectores de HachePositivoel porqué, eventualmente, puedo sentirme “egoísta”. En cualquier caso, el viaje no soñado, continúa.
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